Gustavo

No se hace cuanto se volvió parte de la esquina de Santa Fé y Pueyrredón.

Voy para atrás en el tiempo  y creo haberlo visto cada vez que visite la zona en el ultimo año y medio, o al menos desde que expropiaron la confitería que estaba allí. Tengo claro registro de haberlo saludado unas cuantas veces en los últimos meses.

La esquina estuvo clausurada un buen tiempo y mi conjetura es que él de a poquito se fue apropiando del espacio.
Se acomoda sentado, pero en posición fetal, con sus piernas retraídas bien cerca del cuerpo, y por momentos las abraza, supongo yo, como no pudiendo creer que esa sea su realidad.
Por momentos se balancea, como viendo si junta impulso y toma el coraje de cambiarla.
Pero se ve que no se anima, porque el tiempo pasa y el sigue ahi, a pesar de que la esquina se pobló de obreros que trabajan en la construcción de una mega boca de subterráneo.

Pase la semana pasada, no lo vi, y me preocupe,
Hoy volví a la zona y ya de lejos supe que estaba alli, asi que me acerqué con algo de comida y una botella de agua fresca.
Llegué a su lado y me agaché para estar a su altura. Realmente me pregunto porque sigue en el mismo espacio ahora que la vereda se angosto y la gente pasa apurada y se lo lleva por delante.

Un simple "Hola" basto para que saliera de su ensimismamiento y se volteara a mirarme.
Charlamos un ratito, le di el sandwich  y el agua y automáticamente la guardo en una bolsa de naylon. Charlamos un ratito más y al irme le pregunte si nos podiamos saludar con un abrazo ya que no sabia si volvia a pasar antes de fin de año. Creo que en ese momento penso que yo estaba insana porque me miro como no terminando de comprender lo que le estaba pidiendo.

Se dejo abrazar con desconfianza, sin saber muy bien que hacer con lo que le estaba dando.

Yo subí a retirar unos estudios y al bajar 5 minutos después, él volvía a abrazar sus piernas y a pedirle a la gente que por favor le comprara un café con leche.

Los gritos de Gustavo suenan bajito, y tanto en su voz, como en su mirada se ve el peso de una vida dificil.

Gustavo no pide un cafe con leche en realidad, pide atencion, pide a gritos desesperados que la gente, al menos por unos minutos lo vea.

Si pasas por Santa Fe y Pueyrredón un día de estos, y te animas, frena unos minutos, saludalo y fijate,
Si prestas atencion vas a descubrir detrás de su mirada cansada, una pequeña sonrisa que celebra el encuentro.

1 comentario:

  1. Me encantan tus historias, pero me gustan mucho mas tus acciones. Te admiro hermanita

    ResponderEliminar